Reseñas de cuentos y libros infantiles, con las partes que más nos gustan, partes que añadimos, nos saltamos o cambiamos. La forma en la que se lo contamos a nuestros hijos o a nuestros alumnos. Un blog donde descubrir parametros para la elección de un buen cuento y de cómo fomentar el hábito lector para que los más pequeños sientan el placer de leer. Róbanos todas las ideas que quieras y cuéntanos alguna también.

jueves, 8 de diciembre de 2016

La cocina de noche

La cocina de noche, de Maurice Sendak, 1970.
Título original: In the Night Kitchen
Primera edición en castellano: Alfaguara, 1987
Edición actual: Kalandraka 2014
Traducción: Miguel Azaola


Es difícil hablar de La cocina de noche de Maurice Sendak sin dejarse llevar por el entusiasmo. La elasticidad y fluidez del ritmo, los elementos de canto-mantra -¡más leche! ¡más leche! ¡más leche en el pastel!- y la permanencia de las imágenes en nuestra mente hacen de La cocina de noche  uno de esos libros que no se olvidarán jamás. Es un libro redondo, redondo, redondo.  
Al menos en nuestro caso, la reacción entusiasta por parte de los alumnos fue inmediata. No ha sido desterrado ni una sola vez al montón de libros caídos en desgracia temporal (otros libros disfrutan de periodos de gloria seguidos de periodos de ostracismo antes de volver a la gloria, en función de cambios de humor y de intereses y de la atracción natural por la pila de libros recién llegados).

El texto
La cocina de noche es un relato del sueño de un niño pequeño. Miguel se cae de la cama, hundiéndose entre las sombras y perdiendo su ropa por el camino hasta que aterriza en la masa que hay en la ruidosa cocina donde tres cocineros con cara de Oliver Hardy lo confunden con la leche, lo mezclan con la masa y lo meten al horno para hacer un pastel. Pero a mitad del proceso, Miguel se asoma, ahora ya con un traje de piloto hecho de masa y les explica el error, antes de dar un salto y caer en una masa de pan, que moldea hasta formar una avioneta, dejando abajo a los pasteleros pidiendo desesperados leche para su pastel. Vuela hacia arriba y sobrevuela un impresionante paisaje neoyorquino con edificios hechos de paquetes, frascos y botellas de comida y llega a lo alto de una enorme botella de leche, se zambulle y vuelve a subir con una jarra llena de leche y la vierte al enorme cuenco de masa que sostienen los pasteleros abajo. Entonces Miguel lanza un kikirikiiiii triunfante y se desliza por la botella hacia abajo hasta su cama, "seco y limpio de masa".

"Y es así como, gracias al bueno de Miguel, en cada desayuno podéis comer pastel".  

Nos encanta la lógica perfectamente ilógica de los sueños que se refleja en el libro, flotando, cayendo y subiendo para después volver a bajar y dormirse al final. Qué círculo tan satisfactorio.  

Las ilustraciones
El azul profundo del cielo nocturno estrellado e iluminado con luz artificial de La cocina de noche tiene un papel importante en el libro, estableciendo una sensación contagiosa de excitación ante el misterio de las cosas que ocurren de noche. Es una sensación que pudimos tener de niños y quizás sigamos teniendo de adultos al pensar qué ocurre en el mundo una vez que nosotros nos retiramos a dormir.

La única doble página sin palabras del libro, con Miguel sobrevolando la
'vía láctea' y los pasteleros buscando leche. 


Las ilustraciones nostálgicas en pluma y tinta y acuarelas para La cocina de noche se enmarcan en paneles estilo cómic de distintos tamaños, con cajas y bocadillos de texto y muchísimos, muchísimos detalles en los que fijarse en cada lectura.

Éstas son algunas de las escenas que nos permiten reproducir de La cocina de noche.

 



Sendak incluyó muchos homenajes y tributos en La cocina de noche, algunos pequeños, algunos más grandes; algunos evidentes y otros menos; algunos totalmente privados y otros más públicos.  

El estilo y el diseño de las páginas son un homenaje directo a las tiras de cómic magníficamente surrealistas de Winsor McCay llamadas Little Nemo in Slumberland, que a menudo comienzan y siempre acaban con Nemo en la cama y contienen muchas escenas donde Nemo cae, vuela, flota, señalándose a veces la comida que ha ingerido antes de dormir (dónuts, tarta de pasas, sardinas...) como la culpable de sus sueños raros.

Los pasteleros son Oliver Hardy ("No podía utilizar a Laurel porque no podía incluir a un delgaducho", dice Sendak en el documental Tell Them Anything you Want), pero también son los pasteleros de un anuncio de su niñez que sirvió de inspiración para La cocina de noche, con su slogan "We bake while you sleep" (Nosotros horneamos mientras tú duermes). No hemos encontrado ese anuncio en concreto, pero aquí están los mismos pasteleros regordetes en otro anuncio de la época: 


Y también son un poco Hitlerianos con sus bigotes y con sus hornos. ¿Y quizás un poco brujas con sus grandes cuenco-calderos? 
Otro aspecto divertido de las ilustraciones es mirar todos los nombres de los edificios de lata, botella y frasco, donde Sendak incluyó referencias a productos de la alacena de su niñez. 
Pero lo realmente especial de estas ilustraciones es su viveza y las imágenes tan potentes que contienen. Son el tipo de imágenes que se quedan contigo para siempre. Y, como dijimos al principio de esta sección, estamos convencidos de que la luz nocturna es una de las principales responsables de que el libro te atrape tanto. Casi se siente el ruido dentro del silencio. Y formas parte de ese ruido mientras dura.  Zzzz. 

Lectura en voz alta
La cocina de noche es uno de los mejores libros para leer en voz alta que hemos tenido el placer de conocer.

Sendak inicia el cuento con una frase extraordinaria. (Donde viven los monstruos y Outside Over There -éste último, que nosotros sepamos, no se ha traducido al castellano- son otros dos ejemplos de primeras frases increíbles). Consigue una rima y un ritmo deliciosamente libres y sobrios en gran medida mediante la ruptura de todas las convenciones existentes, estirando frases página tras página y haciéndote perder el camino por un instante para luego cogerte de la mano con cariño y llevarte a la satisfactoria vuelta al ritmo que había roto.

Os hablamos de la versión inglesa pero la versión en castellano replica bien lo que decimos:

'¿Os ha contado alguien la historia de Miguel, que oye de noche un ruido detrás de la pared y da un grito ¡Silencio! ¡Callarse de una vez! y se hunde entre las sombras, y la luna le mira mientras sus padres duermen y aterriza en la masa que había en la cocina?'

La cocina de noche, especialmente en la versión en inglés, también tiene mucho canto juguetón. En la versión en inglés, Sendak consigue algo realmente extraordinario. Es como si te diera la melodía con sus palabras y su ritmo. Seguro que otras personas lo cantan de forma distinta, pero dudamos que alguien haya tenido que pensar mucho en cómo cantarlo. Fluye con asombrosa naturalidad: 'Milk in the batter! Milk in the batter! Stir it! Scrape it! Make it! Bake it!' Aquí en la versión en castellano, aunque el ritmo es estupendo y la solución buena, se pierde el aspecto "cantado", por lo que resulta un poco diferente si bien no menos divertido: "Más leche, sí, más leche, más leche en el pastel! Batimos y amasamos... ¡y al horno con él!

Si añadimos a los cantos, las exclamaciones de Mickey:
'¡Silencio! ¡Callarse de una vez!'
'¡No soy leche, ni soy ningún pastel! ¿No ves que soy un niño y me llamo Miguel!'
'¿Por qué tanto jaleo? ¡Hoy os traerá la leche el piloto Miguel!'

Y por supuesto, el
'¡Ki-kiri-kiiii!'

Es fácil imaginar en qué grado La cocina de noche invita a los niños a participar.

A todos los niños a los que se lo hemos leído les ha parecido divertidísimo y empezaron a participar desde la primera lectura.

Una de las partes favoritas de los alumnos es: 'Pero en medio del humo, del calor, del olor, del perfume mejor, aparece Miguel saliendo del pastel...".

Otro elemento que enriquece el ritmo del texto de una manera muy interesante son los pequeños efectos sonoros y exclamaciones secundarias insertadas en las ilustraciones (Plam, Pam, Bam, Tam, Pom, ¡oh!, ¡Mamá! ¡Papá! Aaah, ¡Oh!, ¡Ah!, Aaah, ¡Hummm!) que, al leerlo en voz alta uno puede optar por leer insertado en el texto o no, pero funcionan de maravilla cuando se incluyen en el flujo de la lectura:

'¿Os ha contado alguien la historia de Miguel [plam], que oye de noche un ruido detrás de la pared [pam, bam, yam] y da un grito ¡Silencio! [pom] ¡Callarse de una vez! y se hunde entre las sombras, y la luna le mira [¡oh!] mientras sus padres duermen [¡Mamá! ¡Papá!] y aterriza en la masa que había en la cocina?'

Otros comentarios acerca de La cocina de noche 
Nos encanta cómo el potencial horror de que a un niño pequeño se le cueza en un horno se enmarca de forma totalmente natural -¿podría incluso ser divertido? - y cómo Miguel se rescata a sí mismo haciéndose con el control y amoldando la masa y su sueño para adaptarlos a sus deseos y eliminar sus temores. 

Hemos decidido no hablar sobre la ridícula censura de La cocina de noche porque no tenemos mucho que añadir al respecto. Creo que esta cita de Sendak lo dice todo: 'Miguel tiene pene. ¡Dios mío! ¿Quién hubiera pensado que una cosa así podría pasarle a un niño?' 

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